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¿Por qué los evangelios apócrifos no están en la Biblia?

jul 19, 2009 0 comments
Primeramente vamos a definir que significa “apócrifo.” Veamos la definición que se da en el libro “Los Evangelios Apócrifos,” de la Biblioteca de Autores Cristianos:

“Apócrifo, en el sentido etimológico de la palabra (viene de apó kruptó), significa ‘cosa escondida, oculta.’ Este término servía en la antigüedad para designar los libros que se destinaban exclusivamente al uso privado de los adeptos a una secta o iniciados en algún misterio. Tales eran entre los romanos los libros Sibilinos y el Ius Pontificum. Después esta palabra vino a significar libro de origen dudoso, cuya autenticidad se impugnaba. Entre los cristianos se designó con este nombre a ciertos escritos cuyo autor era desconocido y que desarrollaban temas ambiguos, si bien se presentaban con el carácter de sagrados. Por esta razón, el término apócrifo vino con el tiempo a significar escrito sospechoso de herejía o, en general, poco recomendable.” (Página 1)

¿Por qué se clasificaron así esos libros?

En el transcurso de este estudio veremos por qué. Primeramente veamos cuáles son algunos son los evangelios apócrifos:

Evangelio de los Egipcios, Evangelio de Matías, Evangelio de Tomás, Evangelio de Felipe, Evangelio de Pedro, Evangelio de Judas, El Nacimiento de María, El Evangelio de la Asunción, etcétera; la lista es demasiado larga para incluirla completa aquí.

Una característica común a los evangelios apócrifos es que son también “pseudoepigráficos.” ¿Qué quiere decir esto? Que pretenden ser de un autor cuando son de otro. Por ejemplo, el llamado “Evangelio de Pedro” no pudo haber sido escrito por Pedro porque su origen data de muchos años después del apóstol; pero el autor se lo acredita a Pedro para darle sabor de autoridad.

Cualquiera que lea los evangelios apócrifos se da cuenta de que están repletos de material ficticio y fantasioso sobre la vida de Yahshua, de María y de José. Sus conceptos teológicos delatan su procedencia gnóstica. Basta con leer uno de esos libros para darse cuenta de que proceden de una de las antiguas sectas del gnosticismo. Vamos a dar algunos ejemplos de estas cosas. Léalos y juzgue usted.

En el “Evangelio Árabe de la Infancia” se relatan los siguientes episodios:

45:1. “Mandó una vez María a Jesús por agua a la fuente. Mas a la vuelta, cuando traía el cántaro lleno, recibió éste un gran golpe y se partió. 2. Entonces Jesús extendió su pañuelo, recogió el agua en él y se la llevó a su madre. Esta se llenó de admiración...” (Pág. 335).

46:1. “Una vez estaba Jesús jugando con otros niños a la orilla de un arroyo. Todos se entretenían formando pequeños embalses. El Señor había hecho doce pajaritos de barro y los había puesto de tres en tres a ambos lados del embalse. Y era a la sazón día de sábado. 2. Se acercó por allí el hijo de Hanán y, viéndolos en este entretenimiento, se enfadó muchísimo. E indignado dijo: No os da vergüenza de poneros a hacer figuras de barro en día de sábado? Y en un momento estropeó los embalses. Dio entonces Jesús unas palmadas a sus pájaros y éstos se echaron a volar piando.” (Pág. 335).

47 “En otra ocasión era ya de noche y volvía Jesús a casa en compañía de José. De pronto se presentó un muchacho que venía corriendo en dirección opuesta y dio a Jesús un golpe tan fuerte que le hizo caer. Entonces le dijo el Señor: Así como me has tirado, de la misma manera caerás tú para no levantarte más. Y al instante se desplomó el muchacho y expiró.” (Pág. 336).

En otro relato se dice que el niño Yahshúa maldijo a otro niño y lo convirtió en un burro. Cuando la madre del niño regañó a Yahshúa, éste ordenó al burro que se convirtiera en niño, y así sucedió.

Basta estos breves ejemplos para notar lo siguiente:

1. El espíritu con que se presenta en esos escritos a Yahshúa es contrario al espíritu con que se presenta a Yahshúa en los evangelios canónicos.

2. Las fantasías, exageraciones y pretensiones absurdas que plagan esos escritos apócrifos son obviamente fruto de mentes intelectualmente infantiles e ignorantes.

Además, tenemos el testimonio de la paleontología y la historia, que nos muestran que esos escritos apócrifos se desarrollaron en la Iglesia después del siglo 2, cuando ya no existían los apóstoles.

En uno de esos evangelios apócrifos se basa el dogma católico de la Asunción de María, pues relata que cuando murió María vinieron unos ángeles y la resucitaron y se la llevaron al cielo. Note esta cita:

“La santa Made de Dios elevó entonces sus ojos y vio en él una gloria tal que es inefable a la boca del hombre e incomprensible. El Señor permaneció a su lado y continuó diciendo: He aquí que desde este momento tu cuerpo va a ser trasladado al paraíso, mientras que tu alma va a estar en los cielos, entre los tesoros de mi Padre, [coronada] de un extraordinario resplandor, donde [hay] paz y alegría [propia] de santos ángeles. Y más aún.” (Pág. 600).

“Y por tres días consecutivos se oyeron voces de ángeles invisibles que alababan a su Hijo, Cristo nuestro Dios. Mas cuando concluyó el tercer día, dejaron de oírse las voces, por lo que todos cayeron en la cuenta de que su venerable e inmaculado cuerpo [el de María] había sido trasladado al paraíso.” (Pág. 604-605).

¿Ven de dónde surge el dogma católico de la Asunción de María? Esta y muchísimas otras tradiciones católicas antibíblicas provienen de los libros apócrifos.

Algunas personas ven esos libros como inspirados y cuestionan que no hayan sido incluidos en la Biblia cristiana. Es cierto que en algunos de esos libros apócrifo hay también joyas de verdad, compatibles con los evangelios canónicos, pero éstas son muy pocas. Obviamente; todo lo falso tiene algo de verdad. Un detalle que me pareció interesante fue el siguiente. En un evangelio apócrifo de origen musulmán dice:

“Decía Jesús (a quien Dios bendiga y salude) a los hijos de Israel: Os recomiendo el agua pura, las hierbas silvestres y el pan de cebada. Y tened cuidado con el pan de trigo, pues nunca podéis dar a Dios cumplidas gracias por él,” (Verso 47).

Curiosamente, hoy día dicen algunos médicos naturistas que el trigo y sus derivados son perjudiciales para la salud. Y es que una verdad es verdad aunque esté en un libro falso.

Pero por unas cuantas verdades que haya en un libro no es razonable concluir que todo el libro sea verdadero y bueno. Los evangelios apócrifos evidencian su propia falsedad; no hay más que leerlos para darse cuenta de ello.

Y lo mismo puede decirse de algunos libros apócrifos del así llamado “Antiguo Testamento.” Los libros de los Macabeos, por ejemplo, son libros históricos muy útiles, pero entonces el libro de Tobías y las adiciones a Daniel están llenos de superstición y fantasía. Con razón los sabios judíos nunca los han aceptado como parte del canon de libros inspirados.


Bibliografía:

Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España.

Diccionario Bíblico Ilustarado, por Samuel Vila, Editorial Clíe.


-- Yosef Aharoni

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